El espacio a diseñar se sentía bastante frio e industrial de entrada, delimitado por una imponente envolvente de vidrio de suelo a techo, y con unas espectaculares vistas a la periferia de la ciudad de Amsterdam. Uno de los retos principales de este proyecto fue transformar este espacio en una atmosfera diametralmente opuesta: un espacio cálido, selvático y envolvente, que contrastara con la dureza de la ciudad.
Sobre una envolvente verde, conformada por el pavimento de inspiración orgánica y la abundante vegetación, el estudio incorporó unos elementos de madera texturizados y con formas onduladas, que funcionan como bancos y separadores, y evocan una sensación de bosque denso, mientras brindan calidez y al espacio. En el techo, y tras acceder al restaurante bajo un techo colorido lleno de plantas, los huéspedes son acompañados por un elemento curvilíneo suspendido y de acabado reflectante que se asemeja a un río tropical. Esta forma serpenteante abraza grupos de lámparas de vidrio centelleantes, y vegetación diversa, contribuyendo a crear capas y profundidad dentro de esta atmosfera selvática.
Los acabados reflectantes en elementos de metal, vidrio y cerámicos, evocando el agua, desempeñan un papel crucial en la creación de la atmósfera de una selva tropical, completando los reflejos de la propia fachada de vidrio del edificio. El otro gran protagonista de este paisaje, es esta gran barra que recorre todo el espacio, desde el acceso hasta los reservados en la zona más privada. Incorpora zona de bebidas y la gran cocina abierta al comedor.
La fachada de vidrio de suelo a techo está parcialmente cubierta con paneles elaborados de mimbre, cuerda y madera, filtrando la luz solar como si de hojas o ramas se tratara. Estos filtros crean sombras acogedoras y añaden ritmo y calidez al elegante cerramiento del edificio. En resumen, el restaurante Selva sorprende a los huéspedes sumergiéndolos en un entorno natural, colorido y exuberante, con vistas a la ciudad de Ámsterdam.