Al entrar, los clientes son recibidos por una cava de vinos, que actúa como un filtro inicial y marca la transición hacia el espacio principal del restaurante. Este espacio central, dominado por una gran barra de granito, se convierte en el núcleo del diseño, organizando el flujo de los comensales y estructurando todo el entorno. La barra, más que un simple elemento funcional, es un punto focal que facilita la interacción entre las distintas áreas del restaurante.
El salón desarrollado en torno a esta barra central, ofrece un ambiente evocador para disfrutar de la comida, con vistas a un patio luminoso y colorido que introduce la naturaleza al interior.
Este patio, con su vegetación selvática y colores vibrantes, contrasta con los interiores más sobrios y establece una conexión visual relajante con el salón, ofreciendo un entorno que invita a la desconexión y al disfrute.
La cocina vista, situada al fondo del salón principal, al otro lado del patio, permite a los clientes observar la preparación de los platos, creando una transparencia y conexión directa con la gastronomía. Este espacio se integra visual y funcionalmente con la barra de granito, creando una continuidad que refuerza la experiencia culinaria.