Sus dueños buscaban un concepto de bar-restaurante más ‘casual’ que su otro local, el Café de París del Turó Parc de Barcelona, todo un clásico. El estudio de Pilar Líbano recibió el encargo y el reto de convertir el local preexistente -un antiguo bar/restaurante-, oscuro y de techos bajos, en un espacio dinámico, luminoso y atractivo desde la calle. La solución fue crear una barra central que conecta con una cocina abierta. Se creó una nueva fachada, totalmente acristalada y con visual al exterior. El resultado es un establecimiento muy abierto, con este núcleo central que dinamiza la actividad del propio bar-restaurante y que puede verse totalmente desde el exterior.
Además de la barra central, encontramos varias mesas en uno de los laterales del local con sillas de médula negra a un lado y por otro lado, bancada estilo vintage. En la fachada, se crea una pequeña barra para tener visual directo al exterior y, en el lado opuesto del local, una mesa de la misma altura que la barra para acoger a un grupo de unos 9 comensales. Prácticamente todo el mobiliario ha sido diseñado por el propio estudio de Pilar Líbano: la barra de fachada en mármol blanco, los taburetes con estructura robusta forrados en piel antigua, las mesas lacadas en rojo y perfiladas en hierro con los cantos achatados, así como la bancada vintage diseñada a medida por el propio estudio y forrada en tela granate o la mesa alta.
Se juega con los fresados verticales en madera y vidrio. En el frontal de la barra encontramos una madera fresada de color rojizo, en algunas de las paredes en el tono natural de la madera, pero también en el cristal inferior de la fachada y en la mampara superior que delimita la cocina. En cuanto a la cromática elegida, esta bebe del primer local de los dueños, el Café de París, de tonos granatosos. Estos tonos los encontramos en el frontal de la barra central, en el sofá perimetral, en la pared de baldosas de la cocina y hasta incluso en la puerta y paredes del baño. Los suelos se trabajan en madera y en hidráulicos, como ocurre en el perímetro de la barra, justo en la franja donde se disponen los taburetes (por una cuestión de resistencia, pero también para marcar la importancia de la barra central). Toda la iluminación es muy cálida y apoyada por lámparas vintage -compradas en anticuario por el estudio y restauradas a medida para el proyecto-. Sobre la barra se han colocado lámparas de cristal opal. La iluminación de fachada solo proviene del mismo local y de la vitrina exterior donde se coloca el menú.
El uso de los espejos es un recurso utilizado en paredes y algunos pilares que amplía y traslada la iluminación a todo el local. El espacio principal es luminoso y contrasta con el baño, un guiño divertido a un cabaret francés, forrado en cerámica granate y con espejo de bombillas – pequeñas linternas que dan luz hacia el techo y los laterales.