El proyecto se sitúa en un sanatorio construido a finales del 1920 y abandonado a finales de los años 30, cuando fue expoliado para obtener materiales para construcciones vecinas. Realizado por K-Studio en colaboración con Monogon Office for Architecture, el proyecto revivió la propiedad, redefiniendo los mismos conceptos de hospitalidad, bienestar y retiro que la hicieron ideal en su primer ciclo de vida, mirados ahora a través de un prisma contemporáneo. Con una serie de intervenciones quirúrgicas, se intentó mostrar el monumental patrimonio del edificio, para conectar profundamente con las raíces y la pureza del lugar.
El área de bienvenida es un espacio acogedor que da paso al salón, donde domina el bar que hace referencia clara al pasado curativo de la propiedad gracias a su estilo de botica con la carpintería compleja. En el nivel inferior, se concibe una cocina abierta para invitar a los huéspedes a participar en la elaboración de comidas que se servirán en el restaurante, y que también pueden extenderse a las áreas exteriores cuando el clima lo permite. En su nivel inferior, el anexo cuenta con todas las áreas de bienestar, desde el gimnasio hasta diversas instalaciones de spa, que terminan convirtiéndose en una cueva en el terreno, explorando aún más las cualidades espaciales puras de estar enraizado.
Dentro de cada una de las 32 habitaciones, un entramado de madera tratada y cepillada se refleja en los patrones del suelo de terrazo y mármol para organizar y definir subáreas de sueño, baño, vestirse, etc. El entramado es un legado de elementos originales, como las puertas de hierro con sus exquisitos detalles, y vuelve a aparecer en los patrones del suelo en todo el edificio. Se prestó especial atención a los materiales, mantener, continuar y reutilizar el stock que existía, con la selección de acabados naturales en revestimientos lisos o texturizados para paredes interiores y exteriores, la sustitución de los suelos de terrazo gravemente dañados con mezclas similares de grava de origen local y suelos de piedra en los niveles de comedor y áreas de spa en la planta baja, así como umbrales y alféizares. Otros acabados de materiales se obtuvieron de los alrededores: piedra y terrazo fueron accesibles desde las minas de la zona, los paneles de castaño fueron traídos directamente de los bosques. Las ventanas de metal complementan la paleta en el sobre, mientras que los acabados naturales y los cueros veganos que envejecen con gracia mostrarán la belleza de los procesos naturales.
Manna aspira a establecerse como un santuario atemporal donde uno se pierde solo para encontrarse de nuevo. Fomentando un fuerte sentido de comunidad en los espacios de reunión. Grandes espacios comunes y áreas aisladas coexisten para permitir abrirse a la comunidad o cerrarse para la introspección.