Este hotel fue el primero en abrir en la isla de Saint Barth, por lo que representaba un desafío para el estudio al ser uno de los hoteles más antiguos y legendarios de Saint-Barth. Se consiguió preservar su encanto histórico y modernizarlo para satisfacer las expectativas contemporáneas. Otro de los objetivos del proyecto fue hacer de este hotel el lugar imperdible, un espacio donde se unen elegancia y experiencia, proporcionando así un entorno único y memorable para los visitantes.
El estado original de los espacios presentaba un estado muy degradado debido a los daños causados por el huracán Irma, requiriendo una renovación completa. El proceso de diseño del espacio consistió en crear un lugar chic pero relajado, inspirándose en el universo tropical e integrando el espíritu pastel de Palm Beach, para generar un ambiente fresco, elegante y acogedor. El equipamiento utilizado incluye un fresco en la pared realizado por Michael Smith, telas coloridas, revestimientos naturales, madera blanca, así como cerámica con motivos de palmeras, creando una atmósfera única y refinada, combinando naturaleza, confort y un toque exótico.