El estudio Costagin se encargó de convertir un hotel de los años 80 en un hotel vacacional con un toque boutique, y optimizar l as zonas comunes para conseguir mayor rentabilidad. A su vez también se buscaba modernizar y hacer más sostenible y eficiente el hotel, subiéndolo de categoría 3 a 4 estrellas. Se partía de un hotel familiar muy antiguo, con una estética obsoleta y sin funcionalidad. El spa no existía, y la recepción estaba en un sótano. Los espacios estaban muy diversificados, no había correlación estética ni espacial.
El branding diseñado para el nuevo hotel se aplicó en los espacios, reflejando la personalidad y los valores de la marca. Todo el mobiliario del hotel se ha fabricado ad hoc, colaborando con artesanos de la isla para fomentar el consumo de proximidad.