Este hotel boutique rehabilitado el año 2024, con 26 habitaciones, zonas comunes y un maravilloso jardín con piscina, un verdadero oasis de tranquilidad. Su diseño interior se integra a la perfección con la arquitectura y el paisajismo. Además, la regia fachada blanca junto a las carpinterías oscuras y a la cubierta de zinc crean una estética que combina el estilo clásico y urbano con toques contemporáneos. Con Blanca Comín y Javier Ubago como responsables, el estudio se ha encargado de la ejecución de las zonas comunes, la recepción, la cafetería y las habitaciones.
En el hall, diseñado como un espacio de bienvenida y salón en tonos tostados, el contundente cuadro “Verde Ciervo”, de Carla Tarruella recibe al viajero. La alfombra, el sofá de lino inspirado en los 50 y el armario de seda aportan confort y cuidado, simulando la entrada de una casa. La combinación de tonos neutros, vigas de madera expuestas y muebles en nogal destaca en el interior, que con la selección de los tapizados atemporales y los espejos crean un ambiente cálido y subrayan la importancia de las vistas al exterior. Además, la barra del bar, equipada con estanterías accesibles, permite ofrecer un buffet de desayunos o convertirse en un espacio para disfrutar de cócteles.
El jardín, con un suelo de losas de hormigón, se nutre de una abundante vegetación autóctona que desdibuja el recorrido. El mobiliario combina tonalidades y materiales, creando un ambiente armonioso para disfrutar de actividades como comer al aire libre o relajarse en la zona chill-out. La vegetación permite zonificar los espacios, creando áreas específicas para cada actividad.
Las habitaciones del hotel Rhin Garden son cálidas y todo el mobiliario lo diseñó el estudio. En ellas destacan las fotografías de Elena López Lamadrid, que se vinculan al concepto del jardín. Esto aporta una conexión visual y temática con el entorno exterior.