La propiedad de este hotel deseaba cambiar de marca hotelera que le permitiera pasar de cuatro a cinco estrellas. Para hacerlo era necesaria una reforma integral de todos los espacios que tuvieran en cuenta los requerimientos de la nueva marca. Uno de los retos principales, fue dotar de una jerarquía coherente a todos los espacios comunes, muy grandes en esta propiedad. Por ejemplo, el bar pasa de estar escondido a localizarse en una de las partes centrales y visibles, con el fin de activar toda una zona de la planta. Se buscó mantener un equilibrio en toda la planta baja entre zonas que activen los espacios y zonas “más tranquilas”, y se plantearon nuevos accesos y circulaciones de gran número de personas, al ser una propiedad muy potente en cuanto a organización de reuniones y eventos para empresas.
El estudio Brime Robbins tuvo en cuenta la ciudad donde se encuentra el hotel, el contexto y el tipo de cliente para un hotel urbano como es éste. Se incorporan materiales locales haciendo énfasis en la artesanía local a través, por ejemplo, de una serie de accesorios creados específicamente para el hotel que nos dan la bienvenida nada más entrar, desde unas estanterías de doble altura. Mediante los colores y las formas que evocan el Mediterráneo, los interioristas crean un recorrido de texturas y materiales que vinculan en todo momento al cliente a la ciudad de Barcelona.