La narrativa del proyecto comienza desde el exterior, donde todo el panelado de madera existente se ha pintado en negro, para generar un primer impacto. Al acceder nos encontramos con todo un paisaje interior donde la vegetación junto con la geometría son los protagonistas. Un escenario marcado por el gran cortinón de terciopelo azul que delimita el espacio del lobby y que abriéndolo lleva a las habitaciones o hacia la planta sótano.
Neones con el nombre del hotel y del restaurante, un jardín vertical de corcho y musgo, alfombras geométricas y una proyección de video arte sobre la pared, nos acaban de formar todo este espacio polivalente, que es al mismo tiempo recepción, zona de coworking o estancia asociada a la cafetería de la zona gourmet integrada en el mismo ámbito.
En las habitaciones, se apostó por mantener la distribución, pero cambiando totalmente el interiorismo y la gama cromática. Buscando esa serenidad, confort y amplitud, con formas geométricas sencillas y curvas, ciertamente femeninas y cálidas; con tejidos ricos en los tapizados como son los terciopelos; y el contraste con el mármol negro. Un banco maletero que a la vez es una butaca, una gran cama con un cabecero que ornamenta y abraza, un escritorio que es una mesa auxiliar, taburetes que sirven de reposapiés de butacas o como asientos complementarios, la flexibilidad que demanda el uso es la que se ha trabajado en los elementos.
La ambientación final en las habitaciones se ha creado con unos grandes elementos tapizados, que son al mismo tiempo pantallas de absorción acústica, usadas también en los pasillos. La iluminación, nuevamente depurada pero cálida, está diseñada en latón, negro y con globos opales blancos.