La premisa principal a la que se enfrentó Tarruella Trenchs Studio, consistía en diseñar un hotel atemporal, que respetara los elementos originales del edificio mezclándolos con elementos contemporáneos. Y potenciar la relación entre el exterior y el interior, ya que el hotel se ubica en una manzana privilegiada de Barcelona, con inmejorables vistas a la Pedrera. Vistas que son visibles desde las habitaciones del hotel y principalmente desde el patio interior, con un gran jardín romántico típico de los interiores de manzana del ensanche barcelonés. El edificio es una finca regia transformada en hotel, contemplando el proyecto las zonas: lobby, recepción, patio de escalera, restaurante, patio, habitaciones, terraza ático y salones.
Un toque original y especial, es que se ha querido mostrar al cliente como era la finca antes de su transformación, para ello Emilio Lekuona realizó un reportaje fotográfico del edificio en el momento previo al inicio de la obra.
El diseño del espacio reclamaba respetar los elementos originales del edificio. La recuperación de elementos originales de la finca como la puerta de entrada, los artesonados en el techo, las molduras, los arrimaderos y chimeneas crean un ambiente que respira tradición y contrasta con los nuevos elementos. Para el revestimiento y pavimento de la recepción se ha utilizado la marquetería que estaba ubicada en la antigua planta principal, en ella se integra el mueble de almacenaje y la puerta al despacho de dirección.
Las habitaciones pretenden acoger al huésped para que se sienta como en casa, potenciando la luz natural y aportando calidez con los materiales. Se ha colocado parquet oscuro en el pavimento y revestimientos de moldura en paredes y techo. El mobiliario está diseñado especialmente para el hotel y sigue la estética de un clásico revisado. La obra gráfica que nos acompaña en todo el proyecto es obra de Emilio Lekuona que realizó un reportaje fotográfico del edificio en el momento previo al inicio de la obra.
La conexión directa entre interior y exterior, resalta el paso a las antiguas caballerizas, que establece una relación visual directa desde la entrada hasta el jardín del patio interior. Donde se ha mantenido la estética de jardín romántico de los interiores de manzana del ensanche barcelonés.