GRAN CAFÉ SANTANDER

Ubicación: Madrid

Fecha de ejecución: 2019-2021

Cliente: Gran Café Santander

Marcas participantes

Mobiliario: a medida diseñado por el estudio, Vitra, Billiani, Palmira, Pedrali, Bivaq
Iluminación: Venicem, Nemo Lighiting, Bert Frank, Hay, Oluce, Oty Lighting.
Pavimentos y revestimientos: Mutina

 

Después del cierre de la mítica Cafetería Santander, con 52 años de recorrido detrás de sí y siendo un lugar icónico de Madrid, el estudio de Sandra Tarruella ha sabido mantener la esencia de la antigua cafetería en este nuevo proyecto, revisándola y poniéndola al día, convirtiéndose ahora en el Gran Café Santander. Se ha buscado que la primera impresión de los clientes les recuerde al ambiente del antiguo café, manteniendo guiños a la estética de los años 70.
El espacio tiene forma de “L”, abierto a dos grandes fachadas de bloque de piedra y grandes ventanales con carpinterías de hierro, que se pliegan y se abren al exterior convirtiéndose en un aparador. Todos los huecos de fachada se diseñan en vidrio, a toda la altura posible, para permitir la máxima entrada de luz, y se visten con toldos en color caldera, como referencia al antiguo rótulo que no pudo mantenerse por normativa.
Por delante de estos huecos en la fachada se diseñan bancos de piel con respaldos ligeros para no mermar la vista del movimiento de gente en el interior. En frente, siendo la zona más estrecha del local se desmonta la barra existente y se construye de nuevo, manteniendo la ubicación y respetando el aspecto retro de la anterior. Esta nueva barra se diseña con los extremos redondeados, típicos de esa época, con el sobre en madera de nogal y el frontal de polipiel en color verde oscuro, acompañada por unas lámparas colgantes de cristal y latón; un punto de vida donde los clientes que se sientan en los taburetes conviven con el trajín de los camareros y la exposición de productos sobre ella.
En la pared de la trasbarra, se ha diseñado una composición de baldosas en verde oliva fabricadas artesanalmente en exclusiva para este proyecto, convirtiéndose en el centro de atención tanto desde el interior del local como desde la calle. Toman mucha importancia los materiales utilizados como pavimentos y revestimientos. Se decide poner terrazo en colores neutros en el suelo, y las paredes se forran con paneles de fibras naturales en tonos tostados y listones verticales de nogal, marcando unos despieces que luego se decoran con cuadros de imágenes en blanco y negro donde se refleja el bullicio de los restaurantes del grupo Cañadío. También hay una zona donde unos grandes apliques de brazo que dan luz focal sobre las mesas de nogal ovaladas, con tres grandes bancos hechos con formas curvas forrados en piel testa di moro. La pared del fondo del local se forra con rastreles verticales de nogal, estos recorren los muros existentes en formas curvas y sirven para esconder la puerta del office y la cava de vinos. Estos listones de madera se convierten a su vez en barandilla al bajar a la planta sótano, fusionando así las dos plantas.
En la parte central de la sala se quiso crear una zona con mesas redondas para grupos, diferenciándose del resto del local a través del pavimento, donde se diseña una alfombra de mosaicos de piezas pequeñas de mármol blanco y negro. Un baile de lámparas colgantes con formas redondas y detalles de latón decoran y reducen la altura de esta área.
En el reservado ubicado en la planta sótano, se ha querido crear un ambiente distinto del resto, más oscuro e íntimo. Por ello, se ha proyectado el espacio como una caja entera en azul marino dando textura y rompiendo la homogeneidad con el pavimento de moqueta, una pared de baldosa mate azul marino de Mutina y el resto de las paredes y el techo a tono.
Una gran lámpara en forma de móvil, aporta toques de brillo y luz sobre la gran mesa ovalada de mármol blanco. Unas confortables sillas de madera y piel camel rodean la mesa y le aportan calidez como contrapunto, para que sea un espacio acogedor. También se da un guiño a la ciudad de Santander diseñando una maqueta que representa la topógrafa de la costa de la ciudad, aportando luz y sofisticación al reservado. El resto de los espacios, como el vestíbulo delante el reservado y los baños con espacio de tocador, se siguen inspirando en los años 70 de manera elegante.

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