El estudio Llamazares Pomés reinterpretan el antiguo Restaurante Flash Flash de los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milá manteniendo la esencia de los años 70. Los espacios se agrupan en zonas mediante las islas de mesas y las terrazas a distintos niveles a través del banco corrido; los techos son bajos, a escala humana, con el fin de crear un lugar acogedor y casero; la barra no es un elemento de separación, ni un elemento aislado. En cuanto a los materiales se utiliza con acabado brillante: vidrios, laminados, acero inoxidable, maderas lacadas o barnizadas.
El restaurante se divide en tres Zonas: La terraza tiene un estilo característico de los años 60/70 para generar sensación de amplitud; la barra es el elemento encargado de articular todo el local; y el comedor donde destaca el banco corrido. Por otra parte, el baño se ha diseñado al detalle con juego de reflejos gracias a los espejos y al laminado brillante. El Croma es precisamente la escala de grises la que coge protagonismo junto a la atrevida aparición del color amarillo del paquete del carrete de fotos Kodak y, como homenaje a los años 60, en el baño se puede encontrar una típica gama cromática de la época: el color violeta, verde, naranja, rojo y gris-azul.
El estudio Anoche ha sido el encargado del proyecto de iluminación. El local se ilumina mediante la luz indirecta que proporcionan los flashes y lucernarios de luz artificial y se puntualiza mediante un carril de focos situado estratégicamente en el perímetro de los lucernarios proporcionando la luz directa a cada una de las mesas. El punto más distintivo del restaurante son los 7 lucernarios mágicos que lo zonifican. La imagen de la chica fotógrafa que es el icono del Flash, se encuentra plasmada en todas las paredes del Croma, y, aparece proyectada caleidoscópicamente en los lucernarios, gracias a los múltiples espejos y a su imagen retroiluminada generando una visión onírica y mágica.