Ubicado en un barrio que contextualiza ya de entrada el proyecto, el hotel One Shot Fortuny es una pequeña joya que rinde homenaje a un Madrid de abolengo y estilo clásico, pero interpretado a través de la mirada moderna y original de Alfaro-Manrique Atelier, el estudio a cargo del proyecto. El edificio es de 1913, y según el estudio “se trata de un interesante inmueble con un gran patio central y fachada de carácter ecléctico, rico en formas y referencias históricas. Del interior se conservaban pocos elementos originales pero nuestra intención fue mantenerlos, para enfatizar su memoria y vincularlo con la ciudad de Madrid, como la escalera principal, de madera con zócalo revestido de cerámica y referencias andalusíes, o el zaguán de entrada con molduras y vigas de techo también en madera”. Del resto no había mucho más, lo que en realidad era una ventaja, pues convertía el proyecto en “un lienzo en blanco” sobre el que poder desarrollar todo el potencial que Alfaro-Manrique Atelier veía, una simbiosis de nobleza contemporánea, atrevida pero artística. Uno de los aspectos más definitorios del interiorismo es el color, la paleta elegida es el eje que cose el hotel. “Los colores presentes en los lacados de armarios y escritorios, en las tapicerías, las alfombras, las puertas de las habitaciones, ofrecen cierta vivacidad y frescor al conjunto y lo ligan a una hermosa narrativa vinculada a la paleta de Goya, del que se hemos extraído referencias, en especial de las obras enmarcadas en la serie Cartones para Tapices, que tratan sobre la vida costumbrista en el Madrid del siglo XVIII”. Un acierto, sin duda, que se percibe en los marrones, azules y negro, madera sobre mármol, geometrías elegantes que configuran los espacios.
Y es que el paisaje de interiorismo diseñado por Alfaro-Manrique Atelier genera un nuevo lenguaje formal, de formas rotundas, claras y elocuentes, que moldean un discurso sensorial a lo largo del recorrido. “Desde la calle hasta el interior más íntimo de la habitación, existe una compleja coherencia formal en que cada espacio llama al siguiente y, a la vez, recuerda al anterior, con un corazón a modo de vergel interior que es el patio central, en el cual tanto los clientes del hotel como los usuarios del entorno se ven acogidos para estar, tomar un café o trabajar, y que da continuidad al espacio de restauración de ‘Olivia Te Cuida’ que hay en el hotel, desarrollado por la propia marca de restauración y coordinado con el concepto de interiorismo global que ideamos”. Ese mismo lenguaje geométrico está presente a todas las escalas, desde los paramentos verticales que recogen la recepción de acceso al edificio y generando diferentes ilusiones óptica, hasta por ejemplo los portamenities del baño, de forma que cada objeto es, en sí mismo, funcional pero artístico.
Pero si los colores definen una parte importante del proyecto, son los materiales, y sobre todo, las piezas exclusivas, lo que termina de dotar de personalidad al conjunto. “Mármoles negros de Marquina y blancos de Carrara, latonados, maderas de roble naturales aceitadas, y una profusa variedad de coloristas acabados lacados en ciertos ámbitos, ofrecen un entorno que equilibra la exuberancia expresiva”.
La estrella en los textiles es sin duda el terciopelo, trabajado en colores arriesgados y pero perfectamente integrados en el contexto. De esta forma, encontramos una bienvenida presidida por mármoles, maderas, blancos, negros, azules y dorados, y contundentes asientos de terciopelo que de entrada permiten adivinar el resto. Y de una manera sutil para coherente, las habitaciones son de una acogedora madera con los mismo colores en detalles como butacas, bordes de mesas, puertas lacadas de armarios o alfombras, igual que la escalera, original y de madera, con esa misma paleta tan definitoria. Incluso las zonas comunes como pasillos o comedor recogen esa esencia de madera clásica transformada en moderno conjunto. El punto más disruptor lo encontramos en los baños, dibujados como un cuadro pero donde los colores blanco y negro, y los detalles en azules, dorados y madera, continúan la línea del resto del proyecto.
El punto de mayor exclusividad y donde queda patente el verdadero lujo del hotel, es el catálogo de piezas creadas ad hoc para el One Shot Fortuny, de forma que excepto las sillas de escritorio , el resto de todos y cada uno de los objetos que se encuentra el huésped, desde colgadores a galanes o sistema expositivo de cuadros, son diseños únicos desarrollados a medida por por Alfaro-Manrique Atelier, lo que supuso todo un reto, “por la variedad de piezas y diferentes tipos de habitaciones, pero que completaba el concepto integral que buscábamos desde el principio”. Como muestra, el busto reinterpretado en pieza artística contemporánea de Leocadia, la última mujer de Goya, pero “incomodada” al estar partida por la mitad, sirven, sin duda, de introducción a toda la narrativa diseñada.