Por Gala Mora
El respeto del Ikos Porto Petro por el entorno es tal, que para preservar la propia orografía del paisaje, los edificios que acogen las instalaciones se ajustan a lo escalonado del terreno, haciendo que prácticamente las 319 habitaciones de las que dispone, tengan vistas al mar.
Ese fue el mayor y mejor acierto de Studio Gronda, que colabora por tercera vez con Ikos Resort: leer e interpretar el carácter y la esencia isleña de Palma a través de sus propuestas de arquitectura e interiorismo. “A nivel arquitectura, se han creado edificaciones muy discretas con la idea de que los edificios pasen desapercibidos. Nos hemos centrado en crear una arquitectura que genere el menor impacto posible en el entorno”.
Una apuesta por lo local
Con vistas al Mediterráneo, los distintos volúmenes en forma de edificios que componen el hotel disponen de balcones, jardines y piscinas privadas. Todo el diseño tiene un estilo isleño que incorpora toques mallorquines.“Ikos Porto Petro se caracteriza por tener un diseño atemporal y también por el uso de materiales naturales y locales, como la piedra Mallorquina, la madera, fibras vegetales y cueros, dando un toque isleño a todo el complejo. El elemento protagonista de este proyecto es la naturaleza y, sobre todo, las vistas al mar”.
Las habitacionesdel resort están diseñadas con el estilo mediterráneo característico de Ikos y que incorpora diferentes toques mallorquines. “Lo más llamativo son las villas, con dos dormitorios, jardín privado y vistas al mar. Están construidas con piedra local, que les da un toque muy agradable. Destacan también sus ventanales de lado a lado”.
Blancos, piedra y estilo mediterráneo
Si algo caracteriza Palma de Mallorca y en general las islas, es ese aire mediterráneo que lo envuelve todo, con su mágica y cegadora luz que inunda cada rincón. Y eso fue lo que el estudio buscó en cada momento, desde la misma entrada, que ya es una declaración de intenciones. “Para el lobby, creamos un gran portal donde el huésped, en cuanto entra, ve el mar, ofreciendo una vista muy despejada hacia la costa”.
El hotel no abandona ese espíritu en ninguno de sus espacios, y mucho menos en su cuidada selección de restaurantes. Así, por ejemplo, Oliva, que es el restaurante español, tiene estilo mediterráneo, con una bóveda de ladrillo que busca simular una tasca y donde predomina el blanco con algunos toques de madera.
Justo al lado del restaurante Oliva hay una escalera que te traslada al restaurante asiático Anaya. “Su diseño destaca por tener un concepto de misterio. Es un restaurante que abre solo para las cenas y esto nos ha permitido jugar con tonos más oscuros y más contrastados. El interior se ha provisto de paneles de techo descolgados de fibras naturales con distintos colores, creando elementos de misterio como unos sofás circulares que están sutilmente separados entre ellos por unas pequeñas cortinas de metal. La iluminación por la noche es muy cuidada con velas, dando un toque más íntimo al espacio”.
Con identidad propia
Flavors, por su parte, se sitúa en un edificio que flota al borde de la costa. Tiene ventanales de suelo a techo que permiten ver cómo se rompen las olas. “El concepto de diseño es simular un mercado gourmet en el que puedes encontrar diferentes tipos de comida del mundo. Cada puesto de comidas tiene su propia identidad”. Fresco es el restaurante italiano y también el de ambiente más familiar. “El protagonista es el horno y la zona de barbacoas, pero el elemento que más destaca es su bancada central con mesas alrededor y una gran lámpara de botellas de cristal retroiluminadas en el techo”.
Fresco es el restaurante italiano y también el de ambiente más familiar. “El protagonista es el horno y la zona de barbacoas, pero el elemento que más destaca es su bancada central con mesas alrededor y una gran lámpara de botellas de cristal retroiluminadas en el techo”.
El lobby bares una extensión del lobby con unas vistas impresionantes. Su fachada está acristalada con un lucernario en la parte central por la que entra mucha luz natural. “En el exterior hay una gran pérgola con cobertura de cañizo trenzado y una barra con una cubierta de madera”. El último de los restaurantes es el Deluxe. Está en un edificio semicircular muy cerca del borde del agua. Es exclusivo para los huéspedes que están alojados en la zona Deluxe. Es íntimo, muy privado y rodeado de un jardín de lavandas y de flores que le da privacidad.
La vida junto al agua
Como en todo buen hotel de playa que se precie, y aunque suene contradictorio, no podemos olvidarnos de los locales que nos invitan a disfrutar del agua, bien en versión piscina bien en versión marítima.
De esta forma, en el Pool Bar, frente a las family pools, “hemos dejado a la vista el techo de teja de barro inclinado que se forrará con paneles de cañizo para darle calidez. En el centro, cuelga un candelabro hecho de luminaria de fibras naturales trenzadas a medida por artesanos”. Y el Beach Club, cuyo diseño está inspirando en las islas griegas. La zona de restaurante está completamente abierta, solo cubierta por pérgolas.
Todo pensado y diseñado para entender el carácter y la personalidad isleña a través de la arquitectura, los detalles y las texturas sugeridas.