Por Gala mora
Sentirnos como en casa, con la domesticidad que buscamos en nuestro propio hogar es lo que persigue Be Casa. Y nadie mejor que el estudio Alfaro-Manrique Atelier, responsables del proyecto, para explicarlo. “Un paisaje interior que dé continuidad a la ciudad acercándonos paulatinamente a la domesticidad que ofrece; un ágora interior que apoye sutilmente la interacción entre los usuarios como lugar de encuentro, de pertenencia; un oasis en que la narrativa, las imágenes, las texturas, la luz y la vegetación, doten a los espacios de calma y de una manera de vivir dinámica pero sosegada dentro del valor a los cuidados propios y ajenos. A todos estos aspectos aspira el diseño interior de los ámbitos públicos y comunes del edificio Be Casa”. Se trata de un modelo innovador de alojamiento, donde el diseño otorga esa puesta en valor del espacio.
Todo tiene un sentido
Las zonas comunes en Be Casa de Rivas se hilvanan con la escala de la arquitectura, generando espacios diseminados tanto en el interior como en el exterior y con identidad propia, que marquen lugares en el complejo hotelero. Las seis zonas troncales componen las principales amenities del proyecto: el vestíbulo, el salón social, el ámbito de coworking, el gimnasio exterior como zona de calistenia y el interior con sala de yoga; y el magnífico rooftop.
Zonas todas ellas que se complementan con otras áreas comunes de menor escala y diseminadas por el conjunto, y que también participan de la identidad del lugar y de la vocación de lugares de encuentro. Éstas serían las lavanderías y zona de spa para mascotas, así como las terrazas abiertas a la piscina, el gran jardín interior y los corredores interiores.
El vestíbulo, de mayor escala, está dotado de una gran calidez, aportada por un manto de lamas de madera a modo de telón de acceso sobre fondo cerámico en verde y de mucho carácter escenográfico, tras un dinámico ámbito de recepción fabricado en madera y granito que reinterpreta formalmente la fachada del edificio.
Bienvenidos al salón de casa
Sobre este ámbito del vestíbulo, la domesticidad se hace presente en el salón social, un magnífico espacio abierto alrededor de un elemento escultórico a modo de chimenea, lugar de encuentro, de comunidad en torno a un centro cálido reinterpretando la tradición del hogar.
Los sofás y elementos de descanso se diseminan a su alrededor, generando innumerables rincones heterogéneos tratados de diferentes maneras, con distintas formas de iluminar, varias texturas, opciones de relajarse, muchos cromatismos… Varios corredores comunican estos ámbitos con el resto del edificio, pasillos a modo de calles interiores que continúan esa urbanidad por el interior.
El coworking, ubicado en otro ámbito social diferente al del acceso, es un vergel, un bosque de madera y cerámica verde, un espacio heterogéneo revestido en maderas, con vegetación pautando diferentes espacios, generando intimidades, con iluminación particularizada para cada uso.
desde mesas comunales para trabajar hasta urnas tapizadas y de madera para aislarse; desde la pequeña biblioteca donde leer la prensa, hasta las mesa alta abierta al exterior para cortos momentos de trabajo. El coworking, casi un lugar de paso, aparece articulado mediante el diseño para ofrecer varias jerarquías de privacidad.
Otras zonas, mismo concepto de diseño
El resto de zonas comunes mantienen ese mismo discurso trazado por Alfaro-Manrique Atelier y que caracteriza su estilo. El inmenso rooftop se dispone sobre casi el total del conjunto del edificio. Un magnífico espacio lineal en que el diseño ha reinterpretado las praderas verdes que rodean Madrid y en las que la ciudadanía disfruta de esos días soleados a partir de primavera, reinterpretando aquellas estampas goyescas de hedonismo, tranquilidad y placidez. “Llevar el paisaje circundante al interior del edificio, a su cubierta. De nuevo el lugar volcado en el interior del edificio”, apunta el estudio.
El gimnasio exterior es un espacio para practicar la calistenia, pero no solo eso, también es un lugar de reunión exterior, un pequeño teatro, un lugar de encuentro que dota de identidad al gran jardín interior.
El mobiliario de todo el proyecto ha sido diseñado casi en su totalidad por Alfaro-Manrique Atelier, incluyendo las piezas que son casi esculturas como la gran chimenea, el mueble de recepción o las cabinas del coworking.
También la iluminación, siempre una clave diferenciadora en sus proyectos, fue un reto de diseño, al trabajarse en el propio estudio las piezas más especiales, con lámparas exclusivas como la de recepción o los sistemas de iluminación entre lamas en las áreas de coworking y de gym exterior.
En conjunto, hablamos de espacios diseminados en un complejo de alojamiento, que lo dotan de identidad, que lo hacen lugar de comunidad, pero también de espacio para el desarrollo como individuo en favor de un lugar de sosiego, nuevas formas de vivir la individualidad en relación a la colectividad.