La preocupación de los viajeros por devolver a la cultura del lugar a la que viajan, ha dado paso a una tendencia que busca recuperar procesos y materiales tradicionales. Resurgen así tejidos como el lino o el algodón, sencillos y a la vez prácticos, los materiales resistentes como la cerámica o la madera, todos ellos bañados por neutros arenosos que ofrecen una alta tactilidad. Los detalles metalizados aportan el efecto sorpresa, que evita que los neutros se vuelvan aburridos o sosos, con destellos de metales bruñidos en cobres y dorados.