Por Gala Mora
En el restaurante Tonton, ubicado en Madrid, el interiorismo no se limita a embellecer el espacio, sino que construye un relato que envuelve al comensal desde el primer momento. La materialidad, la distribución espacial, cada detalle del espacio ha sido concebido bajo una premisa clara: crear un entorno que dialogue con la cocina y potencie su esencia. Y el mérito es de Estudio Diir.


Una fuerte y rotunda carga expresiva
El proyecto parte de un estudio cuidadoso del local preexistente, una carpintería, con una estructura con una fuerte carga expresiva que ha sido respetada e intervenida con precisión. Lejos de imponer una estética ajena, el equipo de diseño ha optado por potenciar los elementos arquitectónicos originales, estableciendo un equilibrio entre lo que ya existía y lo que se ha incorporado. La madera y el ladrillo, presentes en la configuración inicial del espacio, conviven con aportaciones contemporáneas en acero y textiles, en una síntesis donde tradición y modernidad se funden sin fisuras.


El restaurante se organiza en dos ámbitos diferenciados. Al entrar, la primera impresión la marca la zona de bar, un área concebida como umbral entre la calle y el comedor, donde una gran barra domina el espacio y marca el carácter relajado del lugar. La selección de mobiliario, con mesas altas y taburetes de líneas depuradas, refuerza esta sensación de ligereza e informalidad, en contraste con la estructura más recogida del comedor principal.
En el interior, la arquitectura cobra un protagonismo rotundo. La estructura de madera a dos aguas que cubre la sala refuerza la sensación de amplitud y dota al espacio de una atmósfera envolvente. Lejos de imponer un esquema rígido, la disposición del mobiliario responde a una estrategia de flexibilidad y fluidez. En lugar de organizar el comedor en filas estáticas, el proyecto apuesta por un sistema de bancadas que recorre tres de los lados de la sala, liberando la parte central y permitiendo diferentes configuraciones según la ocasión. Esta solución, además de optimizar el espacio, refuerza la percepción de continuidad y genera una experiencia más inmersiva para los comensales.


Materialidad interior
La materialidad es otro punto a destacar. La madera, omnipresente en el proyecto, construye la identidad del espacio en múltiples niveles: en los techos, estructura la percepción del volumen, y en el mobiliario, se combina con otros elementos para generar contrastes sutiles. La estructura original del local se ha conservado en gran medida, manteniendo los muros de ladrillo expuesto, que definen la textura dominante del espacio. Se pueden distinguir dos tipos de ladrillo: el original, restaurado y mantenido a la vista para conservar la autenticidad del lugar, y el nuevo, permitiendo una transición natural entre pasado y presente. Esta decisión potencia la expresividad de los muros y establece un buscado diálogo con los demás materiales empleados en el proyecto.


El suelo, en microcemento, aporta una base neutra y continua que contrasta con la rugosidad del ladrillo. Su acabado homogéneo y su tono grisáceo refuerzan la sensación de amplitud y coherencia visual en el conjunto del espacio. La iluminación, cuidadosamente dispuesta, juega un papel determinante en la percepción de los materiales. Fuentes indirectas resaltan la profundidad de los muros, proyectando sombras que enfatizan la textura del ladrillo, mientras que luminarias puntuales delimitan zonas funcionales sin fragmentar la composición general.


En Tonton, la arquitectura y el interiorismo acompañan, definen y elevan la propuesta gastronómica hasta convertirla en una experiencia en la que cada elemento, desde la disposición del espacio hasta la elección de los materiales, responde a un propósito preciso. Sin estridencias ni artificios, el proyecto encuentra en la sencillez y el equilibrio su mejor ingrediente.