El proyecto partía de un local que presentaba una planta irregular que se estrechaba hacia el fondo, esto no representó un inconveniente para el desarrollo del concepto. Se crearon varios ambientes dentro del espacio, comenzando con una sala principal donde los clientes pueden disfrutar de tapas de forma informal, con sofás altos y una barra de bar que también actúa como vitrina para productos en venta.
Avanzando hacia el interior, se encuentra un salón con sofás bajos y mesas más cómodas, diseñado para ofrecer mayor confort a los comensales. El concepto original de este proyecto era crear un espacio acogedor donde los clientes pudieran disfrutar en un ambiente cercano, ideal para compartir con amigos y familiares.
En cuanto a la decoración, los materiales principales fueron la madera, el hierro, la piedra y detalles en cerámica, todos ellos jugando un papel clave en la atmósfera del lugar. Destaca especialmente un mural cerámico que representa la práctica deportiva originaria del País Vasco, lo que añade un toque cultural al diseño. La madera y los azulejos fueron los materiales protagonistas, evocando las tradicionales bodegas o tabernas vascas. Además, espejos estratégicamente colocados ofrecen sensación de amplitud, y fotografías de lugareños aportan identidad al espacio. Las paredes están acabadas con estucos tipo hormigón y la iluminación se cuidó al máximo para añadir calidez. La tapicería de las sillas y sofás, junto con la madera natural de las mesas, complementan el ambiente acogedor. El diseño del restaurante rinde homenaje al vino y al txacolí, presentes en todos los rincones del local.