Por Gala Mora
El proyecto tenía un objetivo claro desde su concepción: lograr la autosuficiencia energética, hidráulica y alimentaria, algo que sus propietarios, Benedicta Linares Pearce y Benoît Pellegrini, valoraban profundamente. Inspirados por su apego personal a la isla, ambos soñaban con un espacio que no solo recibiera huéspedes, sino que además cuidara el entorno que lo rodea. Esta visión, que coincide con los principios del estudio de arquitectura Atelier du Pont, fue el punto de partida para dar vida a un proyecto donde la sostenibilidad y el uso responsable de recursos eran la prioridad.
La rehabilitación: tradición y modernidad
El primer gran desafío fue rehabilitar los antiguos edificios en ruinas sin perder su esencia original. Los espacios existentes, como La Finca y La Boyera (la antigua cuadra), se integraron dentro de un plan arquitectónico que respetaba los materiales locales y la arquitectura menorquina tradicional. La Finca alberga 12 habitaciones con balcones o terrazas privadas, mientras que La Boyera incluye un restaurante para 80 personas y una zona de yoga y masajes.
La rehabilitación: tradición y modernidad
El uso de piedra local, marés, un tipo de piedra caliza, fue clave en el proceso de construcción. Parte de este material fue extraído directamente de las tierras de Son Blanc, y otra parte se obtuvo de canteras cercanas en Ciutadella. Esta piedra no solo se usó para las paredes y techos, sino que también se moldeó en piezas de mobiliario, como lavabos y otros elementos decorativos, lo que refuerza la conexión con la tierra y el patrimonio arquitectónico de Menorca.
Uno de los elementos más destacados de la rehabilitación es la integración de procesos bioclimáticos. Las fachadas se encalaron para aislar los edificios, y se utilizaron técnicas tradicionales y materiales naturales como el corcho para garantizar un aislamiento adecuado durante el invierno. Además, sistemas innovadores, como paneles radiantes de enfriamiento y calefacción en los techos, junto con pozos geotérmicos, permiten una climatización eficiente y sostenible, ahorrando más del 50% de la energía requerida por sistemas convencionales.
Un enfoque colaborativo con los artesanos locales
Uno de los aspectos más notables de este proyecto es la colaboración con artesanos de Menorca, Mallorca, y otras partes de España y Francia. Desde carpinteros hasta ceramistas, todos ellos jugaron un papel fundamental en la creación de piezas a medida que embellecen el hotel y ayudan a contar una historia. Por ejemplo, los cabezales de las camas fueron diseñados con madera de olivo silvestre, un árbol endémico de la isla, mientras que los muebles del restaurante fueron tallados a partir de vigas de madera recicladas de antiguas mansiones españolas.
El equipo de Atelier du Pont también trabajó de la mano con ceramistas para crear piezas únicas que decoran las habitaciones y los espacios comunes. Destacan los lavabos de terracota y los elementos cerámicos en las paredes, que combinan un diseño simple con texturas rugosas y acabados mate. Estas colaboraciones no solo le dieron al hotel un carácter artesanal, sino que también reflejan el compromiso del proyecto con el uso de materiales naturales y sostenibles.
Agricultura regenerativa y autosuficiencia alimentaria
La agricultura juega un papel central en la filosofía de Son Blanc. La finca ha implementado un sistema de agricultura regenerativa, que produce alimentos para los huéspedes, y mejora la salud del suelo y la biodiversidad local. Los ingenieros agrícolas y los jardineros locales diseñaron huertos y zonas de cultivo siguiendo principios de permacultura, donde se cultivan hierbas aromáticas, plantas medicinales y árboles frutales.
El agua es otro recurso clave que se gestiona de manera sostenible en el hotel. El agua de lluvia se recolecta desde los techos y se almacena en cisternas subterráneas rehabilitadas, lo que garantiza un suministro constante para el riego y otros usos. Además, una planta de tratamiento de aguas residuales permite reutilizar el agua, cerrando así el ciclo de este recurso vital.
Un modelo de hospitalidad sostenible
Son Blanc Farmhouse no es solo un hotel, sino un modelo a seguir en cuanto a hospitalidad sostenible. Cada rincón del lugar, desde las habitaciones hasta los espacios comunes, está diseñado para ofrecer una experiencia única que conecte a los huéspedes con la naturaleza y el entorno local. Los visitantes disfrutan de un alojamiento de lujo, mientras tienen la oportunidad de aprender sobre sostenibilidad y participar en actividades relacionadas con la agricultura regenerativa.