Marta y su familia, querían un espacio donde no solo pudieran vender pasteles, sino también ofrecer una zona de degustación para que los clientes pudieran reunirse y disfrutar de productos de calidad en un ambiente acogedor, como en el salón de su casa.
En colaboración con la familia, que tenía las ideas muy claras, se diseñó la distribución perfecta que se adaptaba a sus necesidades. Se instaló una barra central en forma de “L”, atendiendo a los dos usos del local: la venta y la degustación. Detrás de la barra y a lo largo del espacio, se diseñó un envolvente en forma de estantería en la parte superior y un mueble cerrado en la inferior, para almacenar todo lo necesario para el uso diario del negocio. Una gran cortina separa la zona de la venta y la de estar, concentrando la atención en los productos al entrar al local.
Para el salón, se eligieron mesas redondas de distintos tamaños para acomodar a 2, 3 e incluso 4 comensales y una gran mesa comunal al fondo con taburetes de cartón, creando un ambiente informal. El obrador se encuentra junto a la zona de estar, destacándolo con luz natural directa y conexión visual con el resto del espacio.
Los materiales son principalmente microcemento y madera de roble en tonos neutros y cálidos, que brindan una sensación acogedora. La cocina se integra armoniosamente en el ambiente y está fabricada en acero inoxidable, lo que permite mantener un nivel muy alto de higiene. El espacio cuenta con luz natural que entra a través de los grandes ventanales y la iluminación artificial se utilizó para crear un ambiente más acogedor. El producto de la barra se destaca con iluminación técnica y la zona de degustación con focos. Una lámpara central tipo “Moon” y apliques a lo largo de la pared agregan un toque especial.