El arte de los postres chinos tiene profundas raíces en una tradición que permite desconectarse momentáneamente de las preocupaciones diarias. Este arte, reflejado en el proyecto llamado Zhe Tian, encuentra su inspiración en la poesía clásica, fusionando lo dulce e imperfecto con lo temporal y roto. Zhe Tian busca evocar los recuerdos nostálgicos de los postres caseros, reinventándolos en presentaciones innovadoras. A través de amplias ventanas, el interior del restaurante se expone al público, invitando a los caminantes a sumergirse en esta experiencia culinaria única.
Las mesas de hormigón hechas a medida ocupan el espacio principal del comedor, ofreciendo una experiencia compartida para unos pocos clientes a la vez. El chef presenta personalmente cada postre, preparándolo en el acto para una experiencia aún más íntima. La estética del lugar, con mesas monolíticas equilibradas sobre maceteros semicirculares, se inspira en la naturaleza frágil del material, recordando arquitecturas primitivas. Este enfoque de belleza imperfecta se conecta con el concepto japonés de wabi-sabi, estableciendo un vínculo entre el espacio y la naturaleza efímera que guía la composición de los postres. El restaurante también incorpora elementos de sostenibilidad al reutilizar texturas preciosas de vidas anteriores del edificio, como listones de madera de la antigua tienda de antigüedades. Esta conexión entre el pasado y el presente se extiende incluso al techo, donde se expone la estructura original de hormigón de 1970.