Proyecto de reforma de una masía tradicional catalana del s.IX situada en medio de la naturaleza, para convertirla en un alojamiento rural. El diseño se basado en la recuperación de elementos originales, como las paredes de piedra, y la utilización de materiales naturales como las baldosas de barro o las vigas de madera, que aportan calidez y un toque tradicional y artesanal.
Los interiores son abiertos y de fácil circulación, conectando los tres niveles de forma práctica. La planta baja está totalmente abierta al porche, y es donde se sitúa la cocina, el salón y el comedor. El salón se articula alrededor de una gran chimenea recubierta de hierro. El punto focal del comedor es una gran lámpara de fibra vegetal, colocada encima de la gran mesa. La cocina, diseñada a medida por Sandra Soler, ha sido fabricada por una carpintería local y se le ha colocado un sobre de mármol Macael, para acentuar el carácter rural del lugar. Para la realización del sobre de la barra de la cocina y de los lavabos, se ha utilizado un tronco centenario de la finca. También se ha reutilizado una ventana original para convertirla en un espejo para uno de los baños.
En el primer piso se ha diseñado una gran sala diáfana, en la que se ha colocado una mesa en el centro y un banco de obra recuperado, comunicando con la zona exterior de barbacoa mediante una chimenea tradicional catalana. La planta de los dormitorios cuenta con una sala central, a la que se abren todos los dormitorios, y que cuenta con una vista espectacular de los exteriores de la finca. La decoración diseñada para toda la masía es sencilla, acorde con el suelo de parquet y las vigas del techo. La mayoría del mobiliario y los revestimientos de las paredes se han realizado en madera de roble. En cuanto a los tejidos, el estudio ha optado por tonos crudos y estampados, que aportan color e intensifican la creación de una atmósfera campestre y romántica. En los baños se ha aplicado un recubrimiento en microcemento color lino, en contraste con la grifería en color negro.