Andrea Spada y Michele Corbani han creado para este espectacular edificio espacios elegantes y llenos de calidez, con toques art déco para crear ambientes contemporáneos y nostálgicos. El estudio ha creado un hilo conductor para todo el hotel, recreando la época dorada del ferrocarril, y mediante el diseño exclusivo de piezas y luminarias, del desarrollo de paletas cromáticas ad-hoc y de la atención pormenorizada a los detalles, han conseguido que cada estancia proyecte su propia esencia. En el lobby se ha recuperado el suelo original, y se han usado tonos piedra en las paredes y paneles textiles en tonos marrones, que contrastan con las molduras blancas y aportan calidez. En la recepción encontramos gran mostrador que reinterpreta las taquillas de las grandes estaciones del siglo XX en madera de nogal con elementos metálicos en bronce. En las habitaciones, repartidas en dos plantas, destacan los rastreles de madera en paramentos y techos. Los tonos beige en las paredes se contrastan con el mobiliario, que es el que incorpora el color, como en las mesas verde agua diseñadas para el proyecto. Los cabeceros estampados se inspiran en los asientos de los vagones de los años 20. El hotel cuenta con dos zonas de restauración, en las que se ha seguido el mismo patrón estético, con tonos verde pastel para los paramentos combinándolos con el beige de los techos y metales en tonos dorados. En la zona de wellness, se ha diseñado una iluminación espectacular en tonos dorados, que combina con el verde del vaso de la piscina. En la biblioteca se ha recreado el ambiente de un club social del s.XX, en tonos azul petróleo en contraste con un techo en color rosa palo aportando el toque retro.
En el exterior del hotel se han creado dos espacios gastronómicos en dos vagones de tren recuperados, inspirados en la estética del Orient Express. Encontramos espejos envejecidos, maderas, suelos enmoquetados, y gráficas art-deco para envolver al cliente en el ambiente de un vagón restaurante que atravesaba Europa en los años 20.