Por Gala Mora
Varios eran los retos a los que debía enfrentarse Cierto Estudio a la hora de acometer la reforma de este precioso edificio modernista del siglo XIX ubicado junto a la Plaza Cataluña de Barcelona, para convertirlo en el hoy hotel Mothern. Por un lado, había que destinar una gran parte del presupuesto a poner el edificio al día en términos normativos y de seguridad, por lo que la nueva apariencia tenía que ajustarse a un precio muy limitado.
Además la fachada, a pesar de conservarse en bastante buen estado, requería una rehabilitación. Y los interiores habían sido compartimentados en una reforma anterior llevada a cabo en 2003 sin mucho orden ni concierto ni un criterio de unificación, de forma que no seguía ningún patrón distributivo. Con todo este cóctel de ingredientes, el estudio asumió que había que lograr mucho, haciendo poco. “Tuvimos claro que el efecto de la transformación tenía que ser absoluto, por eso elegimos intervenciones eficientes y materiales con buena relación costo-beneficio. Las estrategias fueron: la cuidadosa selección de colores que evocaran nuevos ambientes, el planteamiento de habitaciones que estructuraran su funcionamiento a partir del mobiliario continuo y modular, la selección de lámparas que acompañaran y complementaran el nuevo carácter, y la recuperación de la fachada que identifica al edificio como un habitante atemporal de Barcelona”.
Una transformación total
La intervención de Cierto Estudio fue pensada de manera estratégica para producir un efecto de total transformación, consiguiendo para el hotel un nuevo carácter, más dinámico, contemporáneo y con una elegancia particular. Y sin duda lo mejor era acometer soluciones rotundas, que marcaran los espacios con personalidad pero a la vez mantuvieran la idiosincrasia del estilo modernista, tan característico de Barcelona y del propio edificio.
Y la decisión fue, para todas y cada de las estancias intervenidas, apostar por colores vibrantes y rotundos, y pequeños detalles de estilo que se repetirían en todos los ambientes, unido a una sensación modular del espacio y unas líneas muy definidas. Así, por ejemplo, el acceso a la recepción es directo desde la calle, a través de un arco perteneciente a la fachada modernista del S.XVI que se ha prolongado hacia el interior para resaltar su presencia desde ambas caras de la puerta.
“Los colores más claros y brillantes de la propuesta aparecen en este espacio para resaltar la luminosidad del exterior: gris claro y ocre. El espacio inmediato les hace contraste absoluto, volcándose al verde oscuro que lleva al huésped hacia las escaleras y ascensores, sugiriendo calma y silencio en anticipación de las habitaciones”. Destacan algunos elementos como la mesa de recepción, concebida como una pieza de mobiliario casi escultórica, el panelado en color ocre, la banca a medida para sentarse a esperar e incluso la moqueta, pensada para reducir el impacto del ruido.
Distintos espacios, misma filosofía
A partir del vestíbulo de ascensores se accede en primer lugar al espacio destinado durante las mañanas al montaje del buffet de desayuno, para lo cual se ha diseñado una gran mesa y un armario bajo donde se almacenan los utensilios del servicio de buffet, generando así una superficie adicional complementaria. “Este es el único espacio en el que el color ocre lo cubre todo, con excepción del sobre de mármol blanco de la mesa y una gran lámpara que le otorga un acento en color terracota rojizo”.
Una zona adyacente se ha convertido en un área privada, y se ha apostado por darle personalidad mediante una enorme ventana circular con cristal traslúcido texturizado que le aporta una sensación de mayor amplitud y un remate visual que repite una geometría identificativa para el proyecto. Para los más náuticos, es muy parecido a los ojos de buey de las embarcaciones.
Hacia el otro lado de la sala de buffet y en contacto con la terraza, se encuentra el espacio más grande, virtualmente dividido en tres ambientes distintos: zona de co-working, comedor y sala. “El primer ambiente está definido por una gran mesa y una estantería repleta de libros, con iluminación apta tanto para llevar a cabo reuniones como para trabajar o simplemente sentarse a desayunar. El segundo es el comedor, donde se han colocado pequeñas mesas con sillas tapizadas. Finalmente, al fondo de este espacio se ubica la sala, nuevamente acentuando la visual con tonos rojo-terracota”. Se trata de un referencia directa a una sala doméstica con un gran sofá que se desdobla para convertirse en la rampa de acceso a la terraza exterior.
Y en las habitaciones, dualidad cromática
El concepto principal para las habitaciones es el orden, dotándolas de mobiliario continuo, y generando una dualidad cromática de alto contraste con la combinación del verde oscuro en la parte inferior y el gris cálido en la parte superior. El mobiliario se replantea de forma modular, con un sobre que se adapta a la geometría variable de cada habitación y con piezas para cada uso: la nevera, la papelera, almacenaje o armario, escritorio, etc.
Los materiales tienen en común su durabilidad, resistencia y fácil limpieza y mantenimiento. En el caso de los acabados se ha logrado mezclar materiales de diferentes marcas que correspondieran con el concepto cromático. La iluminación, por su parte, cumple el mismo objetivo que en el resto del hotel: acentuar el carácter del espacio y generar un ambiente de acuerdo con su uso.