El Restaurante Maná 75′ se encuentra en el Paseo Joan de Borbó de Barcelona, es decir: justo al lado del mar. Se trata de una localización destacada, por su proximidad con la playa y por su atractivo turístico. Por ello, el local aprovecha un espacio diáfano, amplio, lleno de color y que invita al disfrute y al positivismo, utilizando para ello una distribución atrevida. Lo primero que llama la atención es la recepción, que consta de una barra y de una zona con un banco y mesas bajas donde ya se deja entrever el estilo del restaurante.

Una vez superada la recepción, el espacio final se divide en tres zonas principales: la primera de ellas, la zona perimetral, está delimitada en su totalidad por una larga bancada que se ha ido fragmentando para crear pequeños grupos y aprovechar mejor el espacio, algo que el estudio ha tenido muy en cuenta en este restaurante. También llama la atención el techo, cubierto de lonas de distintos colores y motivos, y que proporcionan aislamiento acústico y toques de color.

Al situarse en el perímetro del restaurante, esta zona permite situar a los comensales cerca de la luz natural, que se filtra a través las celosías móviles de estilo Cannage similar al de las sillas de mimbre. A su vez, también ofrece una vista a la zona de cocina, de manera que el cliente puede seguir la preparación de la comida si así lo desea.

La zona central presenta, ya desde el techo, una geometría distinta basada en círculos concéntricos que recuerdan a las paellas, plato principal del restaurante. Así, se asiste a un juego de círculos de esparto colgados que dan sensación de profundidad, al situarse a diferentes alturas. Las mesas también son circulares, y se encuentran recogidas por dos muebles de madera que las integran para evitar la sensación de desorientación. Estos muebles forman círculos de distintos tamaños, al acoger mesas para distinto número de comensales.

Especialmente en esta zona central es donde se aprecia (a nivel visual) la cocina del restaurante: encima de la barra se cocinan hasta 18 paellas de manera simultánea, lo que permite que tanto los comensales como los cocineros sean partícipes de lo que ocurre a la otra parte de la misma, algo que enriquece la ya de por si interesante experiencia gastronómica.

La zona técnica, de cocina, llama poderosamente la atención del cliente sin romper con la decoración del restaurante: la barra, como un corte horizontal a la altura de las sillas, está revestida de tablones de madera que presentan motivos similares a los de las lonas del techo. Justo debajo también se ha habilitado una pequeña estantería de apoyo para el personal de sala. La parte interior es de acero, y la cocina está rematada por unas grandes campanas extractoras que aspiran los olores y vapores para evitar que lleguen a los clientes.

Por último, es necesario hablar de la iluminación: la luz natural se ha trabajado en profundidad gracias a los amplios ventanales y las celosías de la zona perimetral. Cuando cae la noche, la luz se revela cálida y genera una atmósfera festiva y elegante. Las luminarias cilíndricas suspendidas sobre la zona perimetral están hechos a medida, con un sistema que permite moverlos de manera horizontal según las necesidades del persona.
