El reto del proyecto era devolver a este edificio histórico su antigua vida de esplendor. Costruido por Manuel Calvo y Aguirre, y en una ubicación privilegiada frente al Puente Colgante de Portugalete, declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en el año 2006, las vistas están aseguradas tanto desde sus habitaciones como desde la preciosa terraza del hotel.
Se han reforzado el carácter, la historia y la singularidad del edificio a través de un interiorismo colorista, que recuerda a ciertos hoteles de la antigua Habana y su espíritu de ultramar. Como carta de presentación, llama la atención su fachada en un potente azulón, que se combina con colores como el amarillo, el verde, el gris, el azul… Los cuales se combinan para transmitir una sensación vibrante y de calma a la vez.
La coctelería Cronwell del establecimiento, que recuerda a los antiguos locales clandestinos habaneros de los años 30, se ha concebido como un espacio acogedor e íntimo en el que disfrutar de conciertos en vivo de jazz y blues, y en El Paladar, el bar restaurante del hotel, destacan una gran librería de puertas de roble y la iluminación a medida.