El gran reto que presentaba este proyecto era que se trataba de un edificio de planta nueva sobre el que había que aplicar un concepto de hotel en paralelo al diseño de la arquitectura. El estudio trabajó junto al equipo de arquitectura, participando en decisiones de distribución, y en especial de acabados, con una gran libertad.
El diseño de este hotel, al estar localizado en la ciudad de Bilbao, se centró en la relación entre la industria y la cultura. Se buscaba el equilibrio entre lo que está por refinar, sin pulir, salvaje y lo sofisticado, elegante y cosmopolita. Ese era el punto de salida de cada espacio. Los materiales y acabados nos brindaban la oportunidad perfecta para lograr esto. En general se apostó por una arquitectura limpia, utilizando materiales nobles con la menor transformación posible, combinándola con elementos de mobiliario exquisitos y contemporáneos. En habitaciones se quería aportar un guiño local, utilizando un lenguaje a caballo entre lo náutico y lo tradicional de la ciudad de Bilbao. Los materiales y acabados nos brindaban la oportunidad perfecta para lograr esto.