Dice Carlos Hernández-Carrillo, arquitecto y socio de Estudio b76, que siempre tuvieron claro “que cualquier propuesta de reforma debía pasar por un entendimiento de la historia del edificio, su estructura y su entorno urbano, con el filtro de la pasión y el amor por nuestra ciudad”, y sus palabras sin duda, resumen el Hotel Pestana Plaza Mayor. Se trata de un proyecto hotelero de rehabilitación histórica donde debían encargarse de la arquitectura de interiores, es decir, revestimientos, carpinterías, iluminación, decoración y equipamiento, con el objetivo principal de recuperar el edificio para la vida de la ciudad, sustituyendo sus anteriores usos como Junta Municipal y Parque de Bomberos por el nuevo uso como hotel.
Y es que el hotel se encuentra en la histórica Plaza Mayor de Madrid, que ha cumplido 400 años y que tenía dos edificios en desuso, la Casa de la Carnicería y una antigua estación de bomberos. O lo que es lo mismo, 6.500 metros cuadrados de historia sin utilizar, y que hoy albergan 89 habitaciones, restaurante, coctelería, terraza, cafetería, spa o piscina entre otras instalaciones. Un verdadero lujo en el centro de la capital.
El corazón del proyecto es, sin duda, el gran patio que hace de conexión entre la Plaza Mayor y la Calle Imperial, hoy convertido en la zona exterior del restaurante y al que se accede a través de la prolongación de la gran escalinata situada en la fachada de la misma plaza, y que hace de distribuidor hacia los espacios de uso común del hotel, un paseo por la historia que merece la pena visitar.
Otra de sus peculiaridades es la recepción, que en este caso se mantiene casi en un segundo plano, en un espacio lateral más pequeño, para que el resto de la planta de acceso y parte de la planta baja “pertenezca más a la calle que al propio hotel”, en palabras de Estudio b76. “Facilitamos el acceso de clientes externos a las instalaciones (restaurante, bar, spa), con el objetivo de conseguir una mejor rentabilidad de dichos espacios”.
Pero hay que subir a la azotea para disfrutar de unas vistas a toda la ciudad y sus indescriptibles tejados, para poder acceder a la piscina, exterior, y el solárium. Porque siempre se ha dicho que de Madrid, al cielo.