El diseño interior del hotel responde a la reinterpretación arquitectónica de la ruta que el emperador Carlos I (Carlos V) siguió en su viaje hacia el Monasterio de Yuste, donde pasaría los últimos años de su vida. La recepción por ejemplo, correspondería al nacimiento del Jerte. La ruta comienza en Tornavacas, donde nace el río Jerte. Elementos fluidos y púrpuras se intercalan recordando las aguas del afluente.
La cafetería/zona lounge, simboliza un bosque de almendros y cerezos. El camino continua a lo largo del río paralelo a un bosque de castaños, robles, almendros y cerezos. Los pilares, con sus respectivas líneas de luz en el techo, vienen a simbolizar estos bosques de ensueño. El restaurante/Buffet, se corresponde con la Garganta de los Infiernos. Seguimos por tanto el descenso hasta cruzar el puente de Carlos I, que nos llevará hasta la Garganta de los Infiernos, que se trata de un paraje mágico a pesar de su desconcertante nombre.
Los pasillos, son un paralelismo del Puente de Palo. Después de ascender al Puerto de las Yeguas para disfrutar de las vistas, volvemos a descender hasta encontrarnos con el Puente de Palo. Los cruces de líneas de luz en el pasillo simbolizan el puente envolviéndonos en un mundo mágico. Habitaciones, Jarandilla. Por fín el viajero puede descansar tras el largo camino, en Jarandilla, lugar de reposo del monarca Carlos I. La habitación por tanto significa el reposo y la tranquilidad merecida al final del trayecto.
Fachada, acceso. Todo viaje que se precie necesita de un buen punto de partida. El porticado de acceso se enmarca invitando al visitante al interior del hotel. Por otro lado, el techo retro-iluminado pone en valor la gran altura del acceso, dejando paso a unos elegantes rótulos luminosos que servirán como hito de llamada con el nombre del hotel: Carlos I.