El reto principal con el que se encontró Marina Sezam, fue pasar de un espacio acondicionado como local de oficina y almacén sin apenas luz natural, a apartamento turístico atractivo en pleno centro de Barcelona. Se debía conseguir el máximo atractivo con el mínimo presupuesto, buscando también materiales que fueran resistentes al paso del tiempo. El estudio buscó el máximo aprovechamiento de la poca luz natural que poseía el espacio, añadiendo iluminación artificial pensada para compensar esta falta de luz natural.
El resultado final debía ser un diseño apto tanto para un apartamento de alquiler vacacional por días, como para un alquiler de larga temporada.
El diseño del estudio de Marina Sezam se basó en la luminosidad del color blanco. El apartamento estaba articulado en base a un espacio abierto con cocina filtrada por una barra, pensada para varios usuarios, y 3 dormitorios o espacios flexibles accesibles por puertas correderas de suelo a techo. La distribución se pensó para obtener el máximo aprovechamiento del espacio para que la propiedad pudiera alquilarlo por días, semanas, temporadas o años, dependiendo de lo que resultara más rentable en cada momento. Materiales duraderos, distribución funcional e iluminación estudiada caracterizaron este proyecto.